Sábado por la mañana. Madrugamos un poco y salimos dirección San Sebastián para pasar el día visitando el museo Chillida-Leku, ir a Zarautz, comer en restaurante de Arguiñano y pasar la tarde por la zona de Zarautz y Getaria.
Llegamos a Chillida-Leku hacia las 11 de la mañana, hace muy buen día, y nos disponemos a entrar. No parece que haya mucha gente y se respira un ambiente tranquilo.
Chillida-Leku es un recinto de unas 12 hectarias diseñado por el artista para albergar sus esculturas. Es un espacio el que se combinan el acero, el granito, la piedra o el alabastro. Consta de una zona exterior ajardinada donde se exponen más de 40 piezas, algunas enormes, como Buscando la luz, de 27 toneladas y 9 metros de alto y Lotura XXXII, de 60 toneladas. Las esculturas comparten espacio con hayas, robles y magnolios. Es un lugar muy tranquilo, para relajarse y disfrutar de las llamativas obras y de la naturaleza que la rodea.
La zona exterior se articula en torno al caserío llamado Zabalaga, del siglo XVI, reformado por Chillida manteniendo la extructura exterior que mantiene el escudo de armas originario de la familia propietaria. En el caserío se encuentra la obra de menores dimensiones de Chillida. Son dos plantas, en la primera se encuentra la producción artística de sus últimos 20 años de trabajo, mientras en la segunda podemos ver la obra elaborada a partir de 1948, son piezas realizadas en sus primeros años en París.
El museo abre a las 10:30, en verano está abierto hasta las 20:00 y el resto del año sólo hasta las 15:00.
Salimos del museo sobre las 13:30, directos hacia Zarautz, ya que teníamos reserva para comer el restaurante Karlos Arguiñano. Hicimos la reserva un mes antes ya que suele estar lleno.
Nos costó muchísimo aparcar, ya que el resturante está en plena playa y ya os imaginais cómo está aquello en verano. Tuvimos que meternos por el pueblo y dejar el coche medio mal aparcado porque era imposible encontrar ni un hueco.
Fuimos andando por todo el paseo de la playa hasta el restaurante. Hacía mucho calor, por lo que agradecimos mucho la temperatura perfecta cuando ya nos sentamos en la mesa, junto a la ventana, con vistas al mar y a la playa. Optamos por el menú degustación, para poder probar más cosas. Nos gustó todo mucho, quizás a excepción del postre que no nos convenció demasiado. Pasamos una velada muy agradable, volvimos al paseo de la playa para tomarnos el café y tranquilamente volvimos hasta el coche.
Antes de nuestra vuelta a casa nos acercamos hasta Getaria, por el bonito paseo que bordea el mar desde Zarautz.
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